El retrogusto del vino o también conocido como postgusto, es la sensación sensorial que deja el vino en nuestra boca, fosas nasales y garaganta después de ser degustado. La persistencia del vino en la boca y el sabor que persiste en el paladar son características que tiene un buen vino, con que ha conseguido una equilibrada estructura. Por lo tanto, nos dejará un buen recuerdo.
Y es que la cata del vino no se da por terminada porque hayamos tragado el vino o lo hayamos escupido. Las sensaciones percibidas en este momento, una vez tragado el vino, también sirven para determinar la calidad del mismo. Por ello, en muchas ocasiones, oímos eso de «vinos largos o cortos en boca».
De los buenos vinos se infiere un retrogusto con cierta sensación de amargor y ligera astringencia.