Recordando esta «Oda al Vino» de Pablo Neruda, nos damos cuenta de que nos hemos adentrado de lleno en la primavera y con el aumento de las temperaturas, estamos atendiendo a contemplar el renacer de nuestros viñedos en la Rioja Alavesa.
Nuestras viñas ya han comenzado a desarrollarse y podemos ver las hojas y sus flores, incluso atisbamos ya algún pequeño racimito que comienza a asomar entre ellas. Sin duda, una de las épocas más espectaculares para contemplar la viña en todo su esplendor.
Pero lo que se esconde tras estas viñas es un arduo trabajo y dedicación que lleva todo el año labrándose y del que el viticultor no pierde detalle, para producir grandes vinos de Rioja Alavesa. El contraste actual de nuestros viñedos con las viñas de hace unos meses es asombroso, en los cuales no se observaba ningún brote vegetal en su estructura leñosa. Pero, a finales del invierno y principios de la primavera, siguiendo con el ciclo habitual de la vid, el hinchazón de las yemas y la separación de la información de la planta en diminutos cromosomas (tallo, hojas…), da lugar a las viñas que hoy tenemos el placer de contemplar.
Y, ¿qué ocurrirá después? Una vez avanzado el verano, el grano del tamaño de un guisante que ha brotado en las viñas, comenzará a crecer e irá cambiando de color, lo que se conoce como el envero de la uva y de donde los vinos tintos y blancos de Rioja obtendrán su tonalidad característica. Desde mediados de verano hasta otoño, será el momento crucial, la maduración de la uva y el que determina la calidad de la cosecha. La uva crece, se va enriqueciendo de todas las sustancias y acumulando azúcares dando lugar al alcohol de los vinos, para al final, desembocar en la vendimia. Y, tras la intensa actividad de la vid primaveral y estival, las hojas caerán para dar lugar al silencioso letargo invernal, completando el ciclo anual de la vid.
Además de todos estos periodos calendados, en toda vid cultivada siempre tienen lugar la intervención de la mano humano, de cara a seguir atentamente su evolución, controlando su crecimiento y dando forma al viñedo mediante la poda de las cepas que se produce durante varias veces al año.
Por lo tanto, cabe destacar y alabar la actuación exhaustiva y minuciosa de los viticultores sobre los viñedos de la Rioja Alavesa, para año a año seguir estando en la cumbre de la producción de vinos de Rioja de calidad.